En Bolivia la población joven entre 15 y 29 años es de 2.866.291 (29% del total de la población, por encima del promedio regional); el 72% de esta población se encuentra en el área urbana y el 28% en el área rural. En un escenario rural en el que las condiciones para el desarrollo económico y social parecerían ser limitadas, la juventud migra a centros urbanos en búsqueda de las oportunidades que no encuentra en sus comunidades. Sin embargo, más allá de sus expectativas, la migración puede llevarlos a enfrentar condiciones de marginación, mayores riesgos psicosociales (drogas, alcohol, prostitución, otros), falta de oportunidades, y mayores índices de desempleo y/o subempleo.

Las oportunidades de empleo son más reducidas para los jóvenes rurales. En promedio, la población indígena en el área rural cuenta con 5,6 años de escolaridad, en comparación con los 9,3 años a nivel nacional. Asimismo, en 2018, antes de la pandemia, el segmento poblacional de 16 a 28 años presentaba la mayor tasa de desempleo en el país, en torno al 8,5%, en comparación con el promedio nacional de 4,7%; y estas cifras se están agudizando por los efectos de la COVID-19.

Esta situación viene acompañada de la preocupante precarización del empleo, la cual se hace evidente en los altos y crecientes niveles de informalidad reflejados por el aumento del comercio y de los puestos de venta informal en las calles. Cabe resaltar que la tasa de empleo informal en Bolivia es alta, mayor al 80%, y que también existe una brecha importante entre el área urbana y rural: en el primer caso, la tasa de informalidad asciende a 96,6% y en el segundo, a 75,3%.

En este contexto el proyecto busca que jóvenes del área rural y periurbana de municipios de La Paz, Tarija y Sucre, tengan mejores oportunidades socioeconómicas para acceder a un empleo y/o desarrollar sus emprendimientos.